A veces no necesitas que nadie te ayude a levantarse, solo necesitas que se acueste contigo en el suelo, te de la mano y espere a que estés preparada para levantarte.
A veces no necesitas que nadie te de consejos, solo necesitas que ese alguien te escuche y deje que te equivoques.
A veces no necesitas que nadie justifique sus errores, solo necesitas que te mire a los ojos, te diga «lo siento» y te abrace fuerte.
A veces no necesitas que nadie corra detrás de ti, solo necesitas que te espere en la meta precisamente a ti y solo a ti.
A veces no necesitas que nadie hable, solo necesitas un sincero y profundo silencio.
Pero siempre necesitas que esa voz interior que te acompaña no te deje solo, que muchos «alguien» te quieran, te abracen y te amen por cómo eres y por quien quieres ser.
¡Feliz semana señores!